Dexter: Una entrañable orgía de sangre

No tengo una excusa convincente, pero después de hacerme con la primera temporada hace ya casi nueve meses, hoy la he terminado por completo.


Si a estas alturas os digo que "Dexter", la serie de Showtime, está basada en el personaje creado por el escritor Jeff Lindsay, que está protagonizada por Michael C. Hall ("A dos metros bajo tierra") y que actualmente está pendiente de estrenarse la cuarta temporada, no os estaré diciendo nada que no sepáis ya.
Si digo que "Dexter" es la historia de un experto forense que tiene una extraña patología por la que siente el impulso de matar, pero que es lo suficiéntemente coherente como para canalizar esa necesidad asesinando a gente que ha eludido la justicia, tampoco os estoy descubriendo gran cosa.

Lo que sí puedo compartir con vosotros es la grata impresión que ha dejado en mí esta primera temporada y que hace que pasados sólo diez minutos desde que he visto el episodio final, me haya sentado delante del ordenador a escribir esta entrada.
Lo más seguro es que todos los que estéis leyendo esto ya me llevéis una delantera considerable y puede que incluso estéis a punto o hayáis terminado ya la tercera temporada, por lo que si os digo que a partir del siguiente párrafo voy a destripar la temporada, no os importe.
Sin embargo, si sois de los que aún no le habéis dado una oportunidad a nuestro amigo Dexter Morgan, siento tener que despediros antes de tiempo. Como podéis imaginar, mi puerta se abre para vosotros en el momento que indique la presencia de spoilers y quedará abierta hasta que veáis la serie y volváis a entrar.

No hace mucho comenté como descubrí esta serie a través de un vídeo de YouTube. Para ser exactos, la serie ya la conocía hacía tiempo, pero nunca había sentido la necesidad de verla.
No me llamaba demasiado la atención lo que yo creía que era otra revisión del Doctor Jekyll y que para más inri se emitía en un canal de la tele por cable. ¿Qué significaba esto? Pues que tenía la absurda impresión de que se trataría de otra excusa más para mostrarnos sangría y casquería sin ningún tipo de pudor o excusa.

Finalmente me atreví a comprarme la edición en dvd de la primera temporada, aún a pesar de mi particular primera e infundada primera impresión.
No hace falta decir que tras ver el piloto me dí cuenta de lo idiota que había sido por demorar el visionado de la serie.
Sí era cierto que el argumento era el de un asesino que ejerce de justiciero a su extraño modo de ver las cosas. También lo hera que había sangre y mutilaciones, pero lo que no me esperaba es que estuviese todo tan bien hilado y que las escenas más hirientes estuviesen tan bellamente ejecutadas, sin olvidar la magistral interpretación de un desconocido para mí Michael C. Hall.

[CONTIENE SPOILERS]
Cuando me quise dar cuenta, ya estaba metido hasta el fondo en una serie por la que veinte minutos antes no hubiese dado ni un duro y sólo faltaba ver cómo se desarrollaba.
Los episodios autoconclusivos eran los suficientemente llamativos como para seguir viendo la serie, pero mi atención se disparó al comprobar que uno de esos psicópatas que protagonizaba varios episodios, el asesino del camión de hielo, nos acompañaría a lo largo de la temporada.

La forma en la que ese misterioso ser elaboraba sus crímenes, como si se tratasen de repugnantes obras de arte, era original y captaba a la perfección mi atención. Pero llegó la guinda, algo que la convertía en un producto insuperable y el propio asesino empezó a jugar con Dexter, poniendo así en peligro su estilo de vida.
Era increíble cómo podía llegara sentir pena por pensar en que Dexter fuera descubierto, cómo podía sentir angustia porque un sádico asesino fuese puesto en evidencia por alguien de su misma calaña. ¿Acaso no estaba viendo con claridad las cosas? ¿Estaba sintiendo pena por alguien tan despreciable? ¿O es que "Dexter" es una de las pocas series capaz de hacerte sentir empatía por un ser como el interpretado por C. Hall?

La etapa de "soy malo porque me cae bien un asesino" ya había pasado (total, sólo es una ficción) y solo quedaba descubrir la identidad del misterioso hombre que traía de cabeza a nuestro protagonista.
Sorprendentemente y contra todo pronóstico, la identidad de la persona que estaba detrás de todos esos crímenes y mensajes dirigidos a Dexter salió a la luz antes de lo que cabía esperar, pero no sería hasta casi el final cuando descubriésemos que era el mismísimo hermano del forense.
Al encajar todas las piezas y conocer todos los datos que faltaban por aparecer, me asaltó otro sentimiento de culpabilidad. ¿Estaba empezando a sentir pena por el hermano de Dexter, como ya hiciese anteriormente?
¿Estaba encontrando una justificación a sus acciones?
Lo único que sé a estas alturas es que esta serie es capaz de hacernos sacar lo mejor y peor de cada uno y quien diga que no, que se pregunte esto: ¿Nunca te ha gustado parecerte a Dexter por un día?

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