sábado, 4 de abril de 2009

The O.C: Hasta siempre Orange County

Si alguien me hubiera dicho que recuperaría el amor por una serie justo en su última temporada y que desearía que siguiese hoy en día, no le hubiese creído.


Hará unos tres o cuatro años (no sabría recordar con exactitud) y como ya hiciese con la totalidad de series que llenan de color mi dvdteca, puse todas mis esperanzas en un serial juvenil del que poco sabía, salvo que se emitía de manera casi anónima en ese rinconcito que La 2 tiene reservado para títulos como "Sobrenatural" o "One Tree Hill", que no tienen lugar en las cadenas aspirantes al 20% de share.

Tras hacer las obligadas averiguaciones sobre el argumento y preocuparme por las críticas y valoraciones que recibía el serial en este y el otro lado del charco, decidí soltar un puñado de euros y llevarme el anaranjado pack de 7 discos a casa. Por aquel entonces no veía series, las devoraba en pocos días y antes de que los estuches que contenían los discos perdiesen ese olor y brillo característicos del producto recién abierto, me encontraba ante una serie que realmente me gustaba y con un monazo del quince al contar los meses que faltarían hasta la salida de la segunda temporada.


Como ya he comentado en otras ocasiones, con la llegada de la segunda y tercera temporada, el sello "O.C." del que me había quedado prendado fue eliminado al mismo tiempo que se fueron perdiendo las buenas intenciones y la crítica hacia los estereotipos televisivos que suelen aflorar en casi la totalidad de series y películas destinadas a este tipo de público.
Sí es cierto que la serie seguía teniendo ese cierto tonillo socarrón (cuyo mayor peso recaía en el personaje de Seth) y que la relación abogado-padre adoptivo entre Sandy y Ryan que tanto me gustó en los primeros episodios tenía aún algo de protagonismo en las tramas, pero ni esos resquicios de dignidad eran capaces de compensar el puñetero, interminable y repetitivo culebrón en el que se había convertido la serie durante todo este tiempo y que podría resumirse en un continuo bucle:
-Marissa y Ryan empiezan una relación.
-Marissa y Ryan discuten y la primera acaba con muy malas compañías masculinas.
-Ryan intenta recuperar en un primer intento a Marissa de garras del tipo malo, pero no lo consigue y se gana la enemistad de su gran amor.
-Ryan intenta recuperar en un segundo intento a Marissa de garras del tipo malo y finalmente lo consigue, aunque no evita ponerla finalmente en peligro.
[Si queréis saber como continúa, echad un ojo a la segunda y tercera temporada de la serie.]

Os preguntaréis como dando tal sensación de desprecio hacia la serie, fui capaz de soltar los 34 euros que la gente de Warner (con la inestimable colaboración de Fnac) pedía por la cuarta temporada. Como para entonces ya conocía la noticia de la cancelación de la serie y uno de los personajes culpables del odioso bucle había sido borrado del mapa a pesar de las numerosas quejas de los enfurecidos fans que al contrario que yo, veían como esa aspirante a actriz (o a Paris Hilton de segunda, según se de) llamada Mischa Burton ya no participaría más en la serie, decidí darle una última oportunidad. Dentro de lo malo y si había aguantado más de cincuenta episodios infumables, no perdía nada por hacer lo propio con una quincena más.


Solo hizo falta aguantar unos primeros y lacrimógenos episodios (era algo de esperar tras la muerte de un personaje) para sentirme nuevamente integrado dentro de la familia Cohen y exclamar orgulloso "Ahí está de nuevo la serie de la que yo me enamoré".
Aunque todavía se olía ese cierto tufillo que había impregnado las anteriores temporadas y a pesar de la llegada de una digna sustituta que mantuviese viva la inaguantable estela dejada por Marsissa Cooper (esta vez no era otra que su preadolescente hermana), los creadores de la serie sabían que ya no podían hacer nada por salvarla y que tenían los días contados para enseñarnos todo aquello que tenían planeado para ella, aquello que antes no se hubiesen atrevido a hacer, permitirse algún que otro capricho y tirar la casa por la ventana, antes de echar el cierre.

De nuevo asistí a las clásicas aventuras entre el sosainas de Ryan y el fricazo de Seth y que devolvían a la serie a aquellos tiempos en los que la pandilla llegaban a la casa piloto, su viaje a Las Vegas, o sus accidentadas fiestas con el pijerío de Newport. También había lugar para la inclusión de algún nuevo y desfasado personaje (estoy hablando de ese ecologista adinerado de pacotilla llamado Ched)del todo inapropiado para el carácter de la serie en el segundo y tercer año, pero totalmente válido por una cuarta temporada en la que había lugar para todo, incluida la autoparodia (esa escena del penúltimo episodio en la que Seth y Ryan hacen una lista de todos los jovenzuelos a los que ha mamporreado el segundo durante esos cuatro años, no tiene precio).


Pero lo que más me gustó fue la necesidad de los guionistas de contarnos todo lo que en otras circunstancias hubiese dado para un par de años de serie, en tan solo unos pocos episodios e ir al grano (si algo nos ha enseñado la pasada huelga es que cuando una temporada se reduce a la mitad de episodios es capaz de condensar la historia y librarnos del innecesario relleno).
Por fin se habían terminado los largos coqueteos de Marissa con el alcohol, las interminables y estiradas tramas con el Volchock de turno, la larga lista de episodios en los que no pasaba nada y las esperas para el puntazo final de temporada.
En poco más de diez horas la serie supo abarcar desde el embarazo, el matrimonio, la estabilidad sentimental, el futuro académico de los personajes, hasta un giro radical bien llevado y sin dar una excesiva apariencia de estar metido con calzador (al contrario de lo que suele ocurrir en la mayoría de series canceladas) y que serviría para poner el colofón a la serie, atar los cabos y dejarnos con una agradable sensación.

Si el día que finalizó la serie en USA me hubiesen preguntado que sensación me generaba la cancelación de la misma, hubiese dicho que ya era hora, pero he de decir que a pesar de que hace casi un mes que finalicé su visionado, no puedo evitar tener ese puntito de pena por no haber tenido unos cuantos añitos más de serie. Aunque pensándolo fríamente y aunque suene contradictorio, es posible que lo que hizo que la serie mejorase fuese su anunciada cancelación y que de no haber sido por ese factor, hubiese seguido en decadencia.

1 comentario:

Scott dijo...

Si tienes razon con lo de Ryan Marissa y los novios.Pero es otra de mis series favoritas y lo de la cancelacion...tambien me hubiera gustado tener mas temporadas, como cuando siguio One Tree Hill jeej.La cuarta temporada me encanto, me rei un monton.